La directora de la obra, Cynthia Scholz y el actor Chino Monagas como emigrantes de Venezuela, mostraron lo que eso significa.
En su actuación, entre el drama analógico y la proyección de video irónico-claro moderno, se adentran en parte en alemán, en parte en español al tema del exilio en la persona del Príncipe Hamlet (Shakespeare) y en referencia adicional a la „Hamletmaschine“ de Heiner Müller.
Hamlet es, por así decirlo, representante de todos los migrantes y refugiados, que tienen que cruzar un proceso difícil de adaptación a una cultura extranjera, sentirse culpable hacia aquellos que permanecen en su tierra natal. Un proceso doloroso. Queda la impotencia de haber dejado sus raíces y seres queridos en casa. Tenían que quedarse y no podían hacer nada al respecto.
Simbólicamente, „Hamlet“ se sienta en una silla de ruedas hecha en casa con respaldo de madera y ruedas de un carrito de compras. En su mano sostiene una caja de música que toca una melodía de ensueño,
La frase decepcionada de un ser humano frustrado cae en primer lugar: „La vida y la historia siempre siguen el mismo mecanismo. Todo se repite“.
En varios episodios, la impresionante proyección de video ilustra el problema de los migrantes. El mundo analógico se fusiona con la proyección. Cuando, por ejemplo, la actriz Cynthia Scholz, como Ophelia, se hunde desesperadamente en el río virtual, o como una Ophelia virtual, le reprocha por haberse ido y haberla traicionado.
Los temas de casa, escapar y dejar atrás fueron presentados por Chino Monagas y Cynthia Scholz como parte de Hamlet. (Foto: © Guntram Walter) La transición del alemán al español es fluida y da testimonio del conflicto entre culturas. Imágenes y gestos, así como la expresión del lenguaje están combinados para la perfecta comprensión.
Especialmente el claro contraste del mundo analógico, casi poético y el interesante lenguaje visual inquietante en relación con las fuertes imágenes de video hacen que la obra sea muy atractiva.
La desesperación de las personas que buscan refugio de la persecución, la guerra y la pobreza u otras amenazas cobra vida para el público. La decepción por las promesas incumplidas del „socialismo“, por ejemplo en Venezuela, también es inconfundible.
A pesar de un cierto derrotismo, la gente no se detiene, como dice la obra, a soñar con un mundo mejor.